Último Domingo del Año Eclesiástico
21 de noviembre de 2025 – Calendario histórico
Amados en Cristo:
El 23 de noviembre celebramos el último domingo del año eclesiástico. La Palabra de Dios nos dirige la mirada hacia la segunda venida del Novio, nuestro Señor Jesucristo, Esposo de la Iglesia. En este día solemne, la novia escucha la voz de su Novio mediante la predicación pura del Evangelio, que es la voz misma de Cristo llamando a su pueblo a velar y estar preparado.
El Evangelio de Mateo 25:1–13 nos presenta la parábola de las diez vírgenes. Cinco fueron prudentes y cinco insensatas. Las prudentes tenían aceite en sus lámparas y estaban listas para la llegada del esposo; las insensatas, en cambio, quedaron fuera de las bodas por no estar preparadas. Así nos enseña el Señor que la Iglesia debe permanecer vigilante, con la lámpara de la fe encendida, aguardando la venida del Novio.
Somos frágiles y, como las vírgenes insensatas, fácilmente podemos quedarnos dormidos por los afanes y placeres de la vida. El pecado nos hace vivir como si no hubiera un mañana, olvidando la esperanza de la venida de Cristo. Pero la Iglesia confiesa que no depende de su propia prudencia, sino de la obra objetiva del Espíritu Santo en los medios de gracia.
- En el Santo Bautismo, hemos sido regenerados y unidos a Cristo, hechos partícipes de su casa (Apología de la Confesión de Augsburgo, Art. IX).
- En la Santa Cena, recibimos el verdadero cuerpo y sangre de nuestro Señor para el perdón de los pecados y el fortalecimiento de la fe (Confesión de Augsburgo, Art. X).
Por estos dones, el Espíritu Santo mantiene encendida la lámpara de la fe, de modo que la Iglesia, aun en medio de las pruebas y tentaciones, permanece vigilante y confiada. La prudencia de la novia no es mérito humano, sino fruto de la gracia de Dios que nos prepara para las bodas eternas del Cordero.
Este último domingo del año eclesiástico nos recuerda que la historia no termina en la rutina de este mundo, sino en la gloriosa venida de Cristo. Por eso, como Iglesia confesamos con firmeza:
“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mt 25:13). “¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis 22:20).
Rev. Kevin Orihuela F.

