Salud mental y ministerio pastoral

Por Beverly K. Yahnke
Dios ha bendecido a Su Iglesia en gran manera con pastores llamados y ordenados que enseñan, predican y administran los sacramentos fielmente. Pastores que cuidan de las almas dentro de la iglesia, pero que también llevan la Palabra viva de Dios a los que no asisten a ella. Para muchos pastores, el ministerio es una vocación gozosa. En su servicio a las ovejas y corderos de Dios, estos hombres están arraigados en las Escrituras, son eficaces y entusiastas en lo que hacen. Son espiritualmente maduros y resilientes, además inspiran confianza entre los feligreses al brindar tanto un cuidado espiritual compasivo como un liderazgo capaz.
Sin embargo, como psicóloga clínica cristiana en la práctica privada durante 25 años, he conocido a cientos de pastores fieles que han luchado por encontrar alegría en el ministerio, a pesar de su amor por el Señor y su celo por servir a sus feligreses. Algunos estaban angustiados, desanimados, agotados o clínicamente deprimidos. Otros estaban ansiosos y cansados, tambaleándose por ataques personales, crisis financieras o divisiones en la iglesia. La mayoría de estos pastores admitieron que sus necesidades psicológicas y espirituales personales no habían sido atendidas. Más del 70 por ciento de los pastores de la LCMS que he conocido clínicamente reconocieron que nunca habían hablado con un hermano que consideraran su pastor personal. Eran aún menos propensos a haber buscado atención psicológica.
Muchos pastores con los que he hablado me han contado que, cuando se vieron atrapados por el agotamiento, la depresión o la ansiedad, su primera reacción fue redoblar sus esfuerzos en la iglesia para asegurarse de que nadie supiera que estaban pasando por dificultades. Otros han compartido que, a la luz de las palabras de Jesús sobre el gozo en la vida cristiana (Juan 15:11), su propia experiencia de tristeza y vacío en el ministerio los dejó con sentimientos de culpa, vergüenza o miedo por haber fracasado.
El Santo Ministerio no pone a los pastores dentro de una burbuja y los aísla de los desafíos o las pruebas espirituales. En una encuesta realizada en 2018 entre el clero protestante (EE.UU.), el 23 por ciento de los pastores informó que padecía algún tipo de enfermedad mental personal.
Amenazas al bienestar pastoral.
El ministerio agrava los factores de estrés de una manera que muchas otras vocaciones no lo hacen. Los pastores llegan a conocer muy bien las vidas de sus feligreses cuando bautizan, confirman, casan y sepultan a su rebaño. Se dedican rutinariamente a escuchar y atender el dolor de los demás; acompañan a los miembros dentro de sus angustias, en los momentos horribles, de confusión, de rabia o de desesperación. Llevan la Palabra de Dios en medio de las vorágines familiares, las adicciones, los fracasos, las traiciones y los matrimonios en problemas. Los pastores son bien seguido: el primer recurso para las personas de la congregación que están lidiando con diagnósticos de salud mental y noches espirituales oscuras. Mantienen una estrecha vigilancia con aquellos que sufren y se sumergen en el dolor de su pueblo.
Además de esto, el oficio pastoral es verdaderamente una de las pocas vocaciones en las que un hombre debe dominar un sin fin de competencias. Pedimos a los pastores que sean estudiosos bíblicos, excelentes predicadores, solucionadores de problemas, gerentes de negocios, secretarios, magos de las finanzas, mediadores, maestros, consejeros, vendedores, visitantes atractivos y líderes inteligentes en un paquete bien vestido y seguro, dispuesto a luchar (educadamente) con una cultura cada vez más desquiciada. En parroquias más pequeñas, incluso podemos pedirles que corten el césped de la iglesia antes del servicio dominical. Muchas parroquias recurren a sus pastores esperando que hagan todas estas cosas bien y estén disponibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Todas y cada una de estas expectativas en pugna pueden desafiar la resiliencia de cualquier pastor.
¿Qué más puede contribuir al desánimo?
En un momento en que las encuestas nacionales informan que el número de cristianos estadounidenses está en declive en casi todas las congregaciones y cuerpos eclesiásticos, a los pastores todavía se les pide que demuestren su eficacia con métricas de membresía. En algunos lugares, la única medida verdadera del “éxito” del pastor es el tamaño de la congregación. Contar los bautismos, los nuevos miembros y los miembros en el culto puede convertirse en una prueba de fuego para determinar el éxito pastoral, robando a los hombres la alegría incluso cuando han sido fieles a su llamado. En las parroquias más pequeñas, el pastor también puede enfrentarse a déficits presupuestarios que pueden amenazar a la escuela o a la iglesia misma.
Las causas de la depresión, el agotamiento y el desgaste profesional de los pastores son innumerables, pero incluso entre los pastores que no padecen enfermedades mentales, los investigadores han observado temas problemáticos y recurrentes. Pastors in Transition: Why Clergy Leave Local Ministry (Pastores en transición: por qué el clero abandona el ministerio local) de Dean R. Hoge y Jacqueline E. Wenger , un estudio innovador basado en entrevistas con más de 900 ex pastores, mostró que:
•El 41% sintió estrés por las críticas de la congregación.
•El 55% se sintió agotado por las exigencias que se le impusieron.
•El 51% consideró que las demandas de los laicos eran irrazonables.
•El 15% sintió presión por parte de líderes laicos para abandonar el ministerio.
El alto costo del agotamiento
Teniendo en cuenta estos y otros factores que contribuyen, no es sorprendente: el agotamiento ministerial es real y el agotamiento pastoral es insidioso. A medida que aumentan los factores estresantes, se acumulan pequeñas pérdidas en el funcionamiento con el tiempo y pueden conducir en última instancia a una disfunción significativa e incluso a una depresión clínica.
El pastor con problemas de salud mental lucha por administrar su trabajo y sus hábitos personales y puede descuidar el tiempo que pasa en la Palabra, la meditación y la oración. Probablemente no ha establecido límites saludables para sí mismo o su familia, y a menudo se muestra reacio a abordar los conflictos crónicos o las expectativas poco razonables de los demás.Un pastor en estas circunstancias puede encontrarse pronto abrumado y al borde de la depresión. Algunos pastores en decadencia informan que sus vidas se han convertido en una lista de cosas por hacer, que completan por un sentido del deber y la necesidad. Se sienten vacíos y encuentran poca satisfacción en su trabajo. Los pastores que están clínicamente deprimidos a menudo apenas pueden funcionar más allá de cumplir con las responsabilidades del domingo por la mañana.
La insatisfacción con uno mismo, con la familia y con el ministerio se arraiga y crece silenciosamente. Las necesidades espirituales de un pastor (que son las más esenciales en su vida) suelen ser las primeras en descuidarse, y su capacidad para satisfacer las necesidades de su familia puede declinar rápidamente después. Con demasiada frecuencia, los pastores buscan atención espiritual o de salud mental sólo cuando su vida, matrimonio y ministerio están al borde de la caída libre, sus feligreses están molestos o perplejos y nadie sabe exactamente qué hacer a continuación.
La lucha contra las enfermedades mentales en el Clero
Afortunadamente, existen varios recursos excelentes para los pastores de la LCMS y sus familias, además de una creciente conciencia de las necesidades de salud mental del clero en toda nuestra iglesia. Se están examinando esfuerzos informados y sensibles para abordar o incluso prevenir los problemas de salud mental entre nuestro clero en todas las etapas de la formación pastoral.
Para los pastores recién instalados (en EE.UU), el programa PALS ( Aprendizaje y apoyo aplicados después del seminario ) ha sido una bendición excepcional. Proporciona comunidad, educación continua, apoyo y aliento para los hombres (y sus esposas) en sus primeros tres años de ministerio.
Muchos distritos de la LCMS cuentan con un Comité Ministerial de Salud, cuyos miembros pueden ayudar a los pastores y a sus familias a encontrar el apoyo y la atención adecuados. Los visitadores de circuito también pueden identificar y ayudar a los pastores que se beneficiarían de recibir atención de salud mental y atención espiritual.
Varias organizaciones de servicio reconocidas por la LCMS brindan alivio y atención a los pastores que enfrentan agotamiento y otros desafíos de salud mental. DOXOLOGY: El Centro Luterano para el Cuidado y el Consejo Espiritual (la organización con la que trabajo) ayuda a brindarles a los pastores herramientas espirituales, emocionales y psicológicas, consultas personales, renovación en la Palabra y educación avanzada. Otras organizaciones, incluidas Grace Place Wellness y Shepherd’s Canyon Retreat , también ofrecen una variedad de recursos para el apoyo pastoral.
Los líderes de la iglesia podrían invitar a una conversación con su pastor sobre este artículo o sugerir que su pastor aproveche un programa de enriquecimiento pastoral/educación continua, como DOXOLOGY.
Después de saludar a nuestro pastor al final del servicio de este domingo por la mañana, envolvámoslo a él y a su familia en oración, pidiendo que Dios equipe, consuele y sostenga a este hombre para hacer todo lo que está llamado a hacer, por amor a Jesús.
La Dra. Beverly K. Yahnke es directora ejecutiva de asesoramiento cristiano de DOXOLOGY: The Lutheran Center for Spiritual Care and Counsel. Es una psicóloga clínica licenciada que ha pasado más de dos décadas en la práctica privada y también se desempeñó anteriormente como profesora de psicología y directora del departamento en la Universidad Concordia de Wisconsin.
Fuente: Artículo originalmente publicado en la edición impresa de octubre de 2018 de la revista The Lutheran Witness. https://witness.lcms.org/2018/mental-health-and-pastoral-ministry/
Traducción enero 2025: Rev. J. Marcelo Rivas Flies, Pastor en de la Iglesia Luterana Confesional de Chile en la Congregación Cristo Redentor y Capellán del Colegio Luterano Concordia (comuna de Viña del Mar, Chile).