Adviento: “Tu Rey viene a ti”
Avanzamos hacia el inicio de un nuevo año eclesiástico con la temporada de Adviento. La palabra adviento significa “venida”. Es un tiempo de conmemoración, preparación y esperanza. Su enfoque principal es la venida de Cristo al mundo: primero, en su encarnación para redimirnos mediante su muerte en la cruz y su resurrección; y segundo, en la promesa de su segunda venida en gloria.
El teólogo luterano John Pless se refiere a esto como “la doble naturaleza del Adviento: por un lado, Jesús viene en humildad como el niño nacido de María; por otro, el Adviento es el anuncio apocalíptico de que vendrá en gloria como juez de vivos y muertos”[1], como lo confesamos en cada Servicio Divino en el Credo.
Mientras la Iglesia espera la Segunda Venida de su Señor, es sustentada por Él mismo a través del tiempo por medio de la predicación del Evangelio y los Santos Sacramentos. Desde los apóstoles hasta nuestros días, este ha sido el sustento de la esperanza de su Iglesia, que clama en la liturgia: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Así, el corazón es atraído hacia Aquel que vendrá a redimir plenamente a su Iglesia.
Este es el mismo canto que oímos de la multitud en el Evangelio del Primer Domingo de Adviento, cuando Jesús entra en Jerusalén de la misma manera que en su nacimiento: de manera humilde, tal como lo anunció el profeta Zacarías:
“¡Alégrate mucho, hija de Sión!
¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén!
¡Mira que tu rey viene a ti, justo, salvador y humilde, montado sobre un asno, sobre un pollino, hijo de asna!”
A pesar de que, en pocos días, aquella multitud renunciará a este Rey pidiendo su crucifixión, este amoroso Rey no renuncia a ellos ni a nosotros. Atendiendo al clamor “¡Hosanna!”, Él viene para rescatarte y librarte de todas las falsas esperanzas ligadas a los falsos reyes que te tratan con interés, descuido y falta de amor; que prometen darte lo que quieres y deseas, aunque te destruya o condene. Esos falsos reyes no pueden salvarte, no son capaces de darte lo que realmente necesitas.
Por eso, en su Adviento, nuestro Señor nos guía al arrepentimiento y a confiar en este Rey que es Dios encarnado, quien no quiere aterrar ni someter tu corazón, sino conquistarlo: venir a ti, no por la fuerza, sino por medio del Evangelio predicado y el alimento de su verdadero cuerpo y sangre bajo pan y vino, para colmarte de perdón, paz y vida eterna; para darte fuerza para hoy y valor y esperanza para mañana.
Por lo tanto, la trayectoria de es Adviento es hacia donde el Rey viene, ya no sobre un burrito, sino a través de medios sencillos, pero llenos de gracia y poder: la predicación fiel del Evangelio y los Sacramentos. Por ellos, Él renueva nuestra esperanza y fortaleza en la buena noticia de su primera venida en humildad, en su encarnación para morir en la cruz y salvar al mundo del pecado, de la muerte y del poder del diablo. Y nos afianza en la promesa de su segunda venida, cuando nos llevará a la plenitud de su bienaventurada presencia.
Cada día que pasa, nuestro Señor está más cerca, y su Iglesia ruega, a través de las persecuciones y cruces, por la venida de su Rey:
“El que da testimonio de estas cosas dice: ‘Ciertamente, vengo pronto.’
Amén. ¡Ven, Señor Jesús!” Apocalipsis 22:20

Imagen: Entrada a Jerusalén, por Giotto, siglo XIV.
[1] [1] Pless, J (30/11/2024) Predicando el Adviento: Algunas reflexiones de Hermann Sasse. 1517. Cristo para ti. https://www.1517.org/articles/preaching-advent-some-insights-from-hermann-sasse-2022#_ftn1
