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¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? Ro. 10:14–21  

Damos gracias al Señor porque Él continúa levantando obreros fieles que proclaman con claridad la Palabra de Dios. Como enseñaba Lutero; “es por medio del Evangelio predicado que el Espíritu Santo obra en los corazones”. Estos siervos no proclaman ideas humanas, sino que se someten a las Escrituras, confiando en el poder del Evangelio para salvar, consolar y renovar. Su ministerio es un testimonio vivo de que la fe viene por el oír, y el oír, por la Palabra de Cristo. 

Foto del primer Servicio Divino en el cerro Achupallas…

En segundo lugar, nos llena de esperanza saber que los niños son instruidos en las verdades de Dios. Lutero exhortaba con firmeza a educar a los pequeños en la fe, reconociendo que ellos también son parte del pueblo de Dios. A través de catequesis, cantos y oración, se les entrega el tesoro del Evangelio para que, desde su niñez, crezcan arraigados en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 

Foto de la clase de música, actualmente los niños están aprendiendo el himno 734 “Como Cristo nos amó” de nuestro himnario luterano.

Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Prov. 22;6

Finalmente, vemos como los matrimonios cristianos dan testimonio del sostén divino que han experimentado. En tiempos de quebranto o incertidumbre, Dios ha sido su refugio y sustento. Así como Lutero valoraba el matrimonio como una vocación sagrada, vemos hoy a muchas parejas redescubriendo el amor y la unidad por medio de la fe compartida, la oración mutua y el servicio en conjunto. Su gratitud se traduce en fidelidad y testimonio. 

Foto de Don Carlos y Doña María en la celebración de sus 67 años de matrimonio, ese día dimos gracias a Dios mediante oraciones de gratitud, también escuchamos mediante un pequeño Sermón de como Dios es el creador y sustentador del matrimonio; 

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Gen. 2;18

Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Gen. 2;21–23

Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Mt. 19;6

Posdata: Don Carlos y María son parte del grupo más gran que está recibiendo clases de catecismos los jueves por la tarde con el Rev. Kevin, quien dicta su clase utilizando el libro de Peter Bender “catequesis luterana edición del catecúmeno”

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