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31 de octubre de 2025: 508 Aniversario de la Reforma Luterana de 1517

Iglesia Luterana Confesional de Chile

Cada año durante el mes de octubre las iglesias luteranas de todo el mundo celebran un aniversario más de la Reforma Luterana. Este evento nos trasporta en la historia al 31 de octubre del año 1517. Un sacerdote y profesor de Biblia en la Universidad de Wittenberg, Alemania, comenzaría un día normal en su vida, como era su costumbre cada día: fue a la iglesia del castillo de la ciudad, temprano por la mañana. La diferencia fue que al llegar a la puerta de la iglesia aquella mañana, clavó un escrito con 95 tesis que él había escrito, con el objetivo de que sus estudiantes y la gente del pueblo pudieran leerlas y así seguramente pudieran ser parte de las enseñanzas de su próxima clase. En estas tesis el Doctor en Sagradas Escrituras, Martín Lutero, conforme a las enseñanzas de la Biblia cuestionaba las prácticas de una Iglesia Católica que por aquel entonces estaba promoviendo otras enseñanzas que clara y abiertamente iban en contra de la propia Palabra de Dios, por lo tanto, contra Dios mismo y de esa manera afectaba al pueblo santo escogido para ser salvo solo por gracia divina. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9). Reina-Valera 1960.

Sin embargo, no todo quedó en aquella puerta de iglesia aquel 31 de octubre, porque Dios tenía otros palanes para aquellos escritos, los cuales fueron llevados a la imprenta de la ciudad por la gente y al ser reproducidos llegaron mucho más allá de lo que cualquiera incluso el profesor Martín Lutero hubiera podido imaginar, las 95 tesis llegaron a propagarse por toda Europa. Estas mismas tesis desencadenaron lo que se conoce como la Reforma Luterana, que esencialmente no es un nuevo invento del hombre, más bien, trajo a la luz nuevamente el Evangelio que había sido oscurecido por la falsa y diabólica doctrina de las indulgencias que el hombre propuso en su corazón.

Las indulgencias por aquel entonces eran literalmente la venta del perdón de los pecados a cambio de todos los bienes del interesado, un muy buen negocio que la iglesia católica había montado con el fin de financiar principalmente la construcción de la basílica de San Pedro en Roma. Para ello contaban con férreos y bien preparados recaudadores, encabezados por Johann Tetzel, que visitaba las ciudades montando un espectáculo en espacios públicos, donde prometían el perdón de pecados a quienes compraban una indulgencia para sus seres queridos muertos, por los vivos, e incluso por pecados futuros. Sin dudas, una burda y descarada mentira maquinada por Satanás y ejecutada por quienes deberían combatirle con el Evangelio de Cristo. Tetzel predicó sobre las indulgencias en las diócesis alemanas de Meissen (1516), Magdeburg y Halberstadt (1517), pero el príncipe elector Federico III conocido como el Sabio de Sajonia, le prohibió hacerlo en su territorio para cuidar así de los fieles. La predicación de Tetzel en Jüterbog, cerca de Wittenberg, en la primavera de 1517 provocó con mayor ímpetu las 95 tesis de Martín Lutero en Wittenberg el 31 de octubre de 1517, para contrarrestar, teológicamente y basado en la Palabra de Dios, el sistema de las indulgencias.

La razón por la que aquella obra de la iglesia era tan grave radica en que lleva a los seres humanos a creer que pueden lograr su salvación por sus propios méritos fuera de Cristo. Esto ofende a Dios, quien justamente porque es imposible para el ser humano salvarse a sí mismo envió desde el cielo a su unigénito, quien siendo Dios se humillo tomando forma humana para rescatarnos de la muerte, nuestra propia carne pecaminosa y el diablo. Cuanto menos es diabólico pensar que, sí había una mínima posibilidad de que la humanidad se salvara por sí misma, sin Cristo, Dios no hubiera encarnado a su Hijo en Belén y no lo hubiera hecho cargar con los pecados de toda la humanidad haciéndolo morir la terrible muerte de cruz en Jerusalén.

Por lo cual en términos muy generales y dentro de otros muchos abusos que fueron desenmascarados durante la Reforma, la principal obra de Dios a través de su siervo Martín Lutero fue el redescubrimiento del Evangelio. La buena noticia de que, en y solamente a través de la fe en Jesucristo tenemos el perdón de los pecados sin ningún merito o dignidad de nuestra parte. No es por las reliquias, buenas obras, o las indulgencias que el ser humano se salva. Sino a través de la predicación del sacrosanto tesoro de la iglesia que es el Evangelio.

Pues la Palabra de Dios es el único medio que Dios utiliza para llamar a los pecadores al arrepentimiento, y por medio de la predicación de ella, crea la fe en los corazones a fin de que creyendo en Jesús como señor y salvador reciban la adopción como hijo de Dios en el santo bautismo y siendo miembros del cuerpo de Cristo permanezcamos en la única y verdadera iglesia donde se ofrece a cada bautizado el verdadero Cuerpo y Sangre de nuestro Salvador para fortalecimiento de la fe y vida en comunión. Entonces, bíblicamente:

  • La justificación es por la gracia de Dios en Cristo, no por obras ni pagos nuestros. Romanos 3:23–24 “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.” Reina-Valera 1960. El perdón no puede ser comprado ni obtenido por méritos humanos, sino recibido gratuitamente por la fe. Efesios 2:8–9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Reina-Valera 1960. No hay lugar para “obras de satisfacción” o pagos que complementen la gracia de Cristo. Todo es don de Dios.
  • Sólo la sangre de Cristo quita el pecado. 1 Juan 1:7b “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” Reina-Valera 1960. Hebreos 9:12; “y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.” Reina-Valera 1960. La redención es eterna y completa, no parcial ni dependiente de una indulgencia. Jesús ya pagó todo el precio.
  • No existe un “tesoro de méritos” en que confiar aparte de Cristo. Colosenses 2:10 “Vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.” Reina-Valera 1960. No hay méritos sobrantes de los santos que puedan aplicarse a otros. En Cristo ya tenemos toda plenitud espiritual.
  • El perdón y la salvación que viene de su mano, no se otorga por causa de autoridad humana o papal. Hechos 4:12 “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Reina-Valera 1960. Sólo Cristo tiene poder para perdonar y salvar; ningún papa ni sacerdote puede “administrar” el perdón como si fuera moneda.
  • La fe verdadera no se compra. (encuentro del mago Simón con Pedro) Hechos 8:18–20 “Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19 diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.” Reina-Valera 1960. Pedro reprende duramente la idea de comprar dones espirituales. Esto condena directamente la práctica de las indulgencias.
  • El arrepentimiento verdadero no es una transacción. 2 Corintios 7:10 “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.” Reina-Valera 1960. El perdón requiere arrepentimiento y fe, no dinero ni certificados. El arrepentimiento es obra del Espíritu, no de la economía.
  • La oración por los muertos y el purgatorio no poseen fundamento bíblico. El sistema de indulgencias estaba ligado a la idea de liberar almas del purgatorio. Sin embargo, la Escritura no enseña la existencia del purgatorio ni que nuestras obras puedan aliviar el castigo de otros después de la muerte: Hebreos 9:27 “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” Reina-Valera 1960. Después de la muerte viene el juicio, no un proceso intermedio que podamos modificar desde aquí.

Cada aniversario de la Reforma nos llama a reflexionar y arrepentirnos de nuestros pecados, a celebrar la verdad, la fidelidad, el amor, la misericordia, el cuidado, la generosidad, y el don de Dios en Cristo para perdonar nuestros pecados. En Jesús Dios hizo posible lo imposible. Todo se trata de Jesús, Él es nuestra buena noticia, por los siglos de los siglos. Amén.

Rev. Gerardo Omar Kinas Obispo/presidente

Iglesia Luterana confesional de Chile

Fotos: Galería de imágenes de la página de Lutheran Church Missouri Synod. Link: https://photo.lcms.org/galleries/C0000U5sUkOosjF0/G0000fcRe9VuOGwA/Searchable-Church-Art

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